18 octubre, 2013

Mi princesita



Me llama "chéri" y me despierta cada mañana. Me canta mientras la ducho, y sonríe cada vez que la abrazo. Me pide que la lleve en brazos a cada rato, y que la aúpe cuando no llega a las estanterías. Me trae libros para que se los lea, y me enseña el nombre de los animales que aún no sé. Me cuenta historias de su colegio, de sus amigas y de su admirada profesora. Me hace cosquillas en el cuello en cuánto me despisto, trepa por mi espalda y salta sobre mi estómago cuando estoy durmiendo. Y apenas me llega por el ombligo. Se llama Noémie y, es ella, quién me hace feliz.
 Merci, petite.

01 octubre, 2013

Las cosas bonitas de la vida

Me gusta el frío y la lluvia, el otoño y el invierno. 
Me gusta la noche, el tráfico, el ruido y la ciudad. 
Me gusta el dulce, el aroma del café, la vainilla y el helado. 
Me gusta el jazz y el piano, Debussy y las canciones de desamor. 
El cine de terror, el teatro, los musicales y la ópera. 
Van Gogh, el francés, escribir historias y cantar bajo la ducha. 
Me gusta soñar despierto, coger aviones, caminar junto al mar y mirar las estrellas. 
Me gusta equivocarme, desorientarme, reír y llorar. 
Mirar a los ojos y desviar la mirada, hablar de sexo, bromear y hacer el tonto. 
Me gusta escuchar y apoyar a mis amigos, mirar el cielo al caminar, tumbarme en 
el césped y ver anochecer. 
Comprar libros, mascar chicle, dormir acurrucado y mirar las luces de las calles. 
Me gustan las camisas, las guías de viajes, la comida oriental y los coches de colores.
Me gusta creer en las cosas bonitas de la vida. 
Creer en el amor, en el arte, en la bondad de las personas, en la cultura y en la felicidad. 
Y creer en todo aquello y en todo aquel que día tras día, me haga sonreír.

Gracias.

:)

19 agosto, 2013

Aquel viejo café

Estoy de regreso a casa. De regreso a la época en la que éramos los 
dueños del pueblo, en la calle en la que vivíamos, sobre los campos de Batter. 
Fuimos amantes y amigos, y tontos despistados. Aún sigo sin saber qué piensas 
de aquella noche en la que fuimos separados, cuando pensábamos en todas las 
cosas que íbamos a hacer. Fuimos soñadores con los ojos abiertos, 
y un poco más sabios quizá.

A lo lejos está el paseo del muelle, en East Wharf, lleno de borrachos y de 
enamorados que miran hacia el mar, y se pueden distinguir las luces de la ciudad, 
junto con aquel viejo café.

Hoy te busco en el camino, en cada edificio y en cada luz de cada calle, 
pero ya no quedan huellas de quién solías ser. Me han contado que ahora tienes 
una casa mucho más grande y que huiste de este lugar. 
Siempre quisimos irnos lejos de casa.

Vuelve. Volvamos otra vez al paseo del muelle y miremos la noche caer en 
aquel viejo café.  Miremos a los borrachos y a los enamorados que miran 
hacia el mar, y cierra la puerta tras de ti, por si se te ocurre volver a huir.

París, Francia.

23 mayo, 2013

Toujours, Paris


Aquella nebulosa tarde de primavera, como cualquier otra, salimos a pasear. 
Nuestro punto de encuentro fue una de las varias salidas de la estación 
de metro de Bastille. Fue idea mía planear la cita al aire libre, ya que la 
penumbra y la lobreguez que recorrían los rincones sobre los mundos subterráneos 
de los andenes del metro nunca terminaron de gustarme. La vida gris, le solía llamar. 
En cambio, afuera, bajo la luz del sol, París se desplegaba ante nosotros como si sus 
calles y avenidas hubieran sido trazadas a manos de un joven e introvertido Monet. 
Aguardé el frío, o intenté hacerlo, bajo uno de los toldos que poblaban los muchos 
cafés de aquel lugar. Y esperé.

Cinco minutos más tarde me acompañaban calle abajo cuatro personas enzarzadas 
en una discusión acerca de algo llamado Bimba y Lola. María, una treintañera perdida 
en la vida. Sara, una enamoradiza de los pequeños detalles que el resto solemos 
dejar pasar. Marieta, futura actriz de Malasaña con ganas de devorar el mundo. 
Silvia, una amante del rock de los años cincuenta. Y yo. Cinco personas adentradas 
en las calles adoquinadas de una ciudad disfrazada de vanidad. Bohemia. Errante. Indiferente.
Cinco desconocidos que dejamos atrás familia y amigos para encontrar 
un mundo mejor lejos de casa y que, fuera o no así, al menos allí, bajo la calma 
del atardecer, fuimos libres.

Toujours, Paris.