16 julio, 2017

Limpieza general

París, Francia.

Hoy mi casa está vacía, con el eco retumbando en cada rincón, como si el silencio que dejaste no parase de hacer ruido, calándose entre las paredes amarillentas por el humo del tabaco.

Aún quedan las colillas de aquella noche repartidas en alguna que otra zona de mi cuerpo. El olor a sexo se ha quedado en la tela del sofá, y las botellas de alcohol se acumulan en la bolsa de la basura que aún no me he atrevido a tirar por miedo a deshacerme de ti definitivamente. Como si acabar con tu mierda fuese como acabar contigo, o conmigo, quizás con un poco de los dos. Qué ironía.

Y es que a día de hoy me sigo preguntando cómo fuiste capaz de dejar huella, si siempre vestías descalzo.

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