16 marzo, 2014

Respirar

Estoy en mi dormitorio, tendido boca arriba sobre el mismo colchón, y con el murmullo 
del piano golpeando las paredes en voz baja. Y siempre preguntándome por qué, 
mire donde mire, esté donde esté, haga lo que haga, termino pensando en ti. 
Siempre fui el de la lógica y la razón, el de los puntos seguidos con finales cerrados, pero 
hay veces en las que ni siquiera la explicación más sensata ni las palabras más bonitas del 
mundo son capaces de llegar a explicar el porqué de esas ganas de llorar cada vez que me 
miras a los ojos.

Y, ahora, todo eso ya no me importa. Tan sólo me basta con cerrar los ojos... y respirar.
Te quiero.  


                                                              (Smoking books. Gavin Mikhail, 2010)

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