Huele a nuevo,
a tostadas recién hechas,
al calor del radiador,
a calcetines de colores,
como a otra habitación,
como cuando vuelves de vacaciones
y todo parece distinto.
Huele a hogar,
a café con leche hirviendo,
a sofá y a manta, al libro que dejaste por leer,
como a estabilidad,
como si fueras tú el que ha estado siempre.
Cualquier lugar del mundo
huele a casa,
si estás tú.
(Olor a mandarinas. Zahara, 2009)